23 octubre 2008

Canto el cuerpo eléctrico

En la obra de Ray Bradbury hay una perpetua y característica dicotomía acerca del futuro, la sociedad y la técnica. Por un lado, en sus sociedades futuristas, el automóvil es un símbolo primordial de la deshumanización del mundo, en el que estos coches son máquinas de matar; por otro lado, hay una constante fascinación por una tecnología imaginada cuya principal cualidad es producir emociones. Hace poco tropecé con un relato bello, profundo y sugerente, llamado "Canto el cuerpo eléctrico", (título homenaje a un poema de Walt Whitman y que inspiró un episodio de la mítica serie Twilight Zone en 1962) dentro del exótico Fantasmas de lo nuevo, y en el que aparece una hermosa oda a la máquina en los párrafos que traigo hoy aqui, y que considero tan relevantes:
"- Me dáis cosas que os doy a vosotros. No sé que doy, pero sigo dando. ¿Me preguntáis qué soy? Bueno, una máquina. Pero a pesar de esta respuesta sabemos, ¿no es cierto? más que una máquina. Soy todas las personas que pensaron en mi, y me planearon, y me construyeron, y me hicieron funcionar. De modo que soy persona. Soy todas las cosas que ellos quisieron que fuera, y que quizá no podían ser, por eso construyeron un niño grande, un juguete portentoso que representara estas cosas.- Es extraño - dijo papá - Cuando yo era niño había muchas protestas contra las máquinas. Las máquinas eran malas, dañinas, deshumanizadas...- Algunas máquinas si. Todo depende de la manera en que se las usa. Una trampa para osos es una simple máquina que atrapa, retiene y desgarra. Un rifle es una máquina que hiere y mata. Bueno, no soy una trampa para osos, no soy un rifle. Soy una máquina abuela, es decir, más que una máquina.- ¿Cómo puedes ser más de lo que pareces?- No hay hombre tan grande como sus propias ideas. En consecuencia, cualquier máquina que encarne una idea es más grande que el hombre que la hizo. ¿Y qué hay de malo en eso?- Me he quedado atrás y estoy perdido - dijo Timothy - ¿me lo repites?-Ay - dijo la abuela - como destesto las discusiones filosóficas y las incursiones en la estética. Lo explicaré así. Los hombres proyectan enormes sombras en el césped, ¿no es cierto?. Entonces, durante toda la vida tratan de correr para adecuarse a las sombras. Pero las sombras son siempre más largas. Sólo a mediodía puede el hombre ajustarse a sus zapatos, a su mejor traje, unos breves minutos. Pero ahora estamos en una nueva era, en la que podemos concebir una Gran Idea y echarla a andar en una máquina. Eso hace que la máquina sea más que una máquina, ¿no es asi?- Hasta ahora va bien - dijo Tim - me parece- Bueno. ¿Una cámara de cine y un proyector no son más que una máquina? Es algo que sueña ¿verdad? a veces sueños felices, a veces pesadillas. Pero llamarlos una máquina y despreciarlos es ridículo.- Ahora lo veo - dijo Tim, y al verlo se rió.- Entonces - dijo papá - quien te construyó amaba a las máquinas y odiaba a quienes decía que todas las máquinas son malas o dañinas.- Exactamente - dijo abuela - Guido Fantoccini, que era su verdadero nombre, creció entre las máquinas, y no podía seguir soportando los clichés.- ¿Los clichés?- Sí, esas mentiras que la gente dice pretendiendo que son verdades absolutas. El hombre nunca volará. Esa fue una verdad cliché durante miles y miles de años y al fin fue una mentira hace solo unos pocos años. La tierra es plana, te caerás al borde, los dragones te comerán; la gran mentira que se contaba y que Colón socavó. Bueno, ¿y cuántas veces habéis oido hablar de lo inhumanas que son las máquinas? ¿A cuantas personas excelentes y brillantes les habéis oido soltar las mismas fatigadas verdades que son en realidad mentiras: que todas las máquinas destruyen, que todas las máquinas son frías, sin pensamiento y temibles?> Hay en eso un fondo de verdad. Pero sólo un fondo. Guido Fantoccini lo sabía. Y esto, como a la mayoría de los hombres de su especie, lo volvía loco. Y pudo seguir loco y loco para siempre, pero en cambio hizo lo que tenía que hacer: empezó a inventar máquinas que desmintieran la antigua verdad mentirosa. Sabía que la mayoría de las máquinas eran amorales, ni malas ni buenas. Pero del modo como uno las construyera o modelara, se modelaba a la vez a hombres, mujeres o niños para que fueran buenos o malos."Para quienes les parezca vacío, no busquen nada mas; a quienes les haya sugerido algo, no precisan de más explicaciones. Para todos, cualquiera de esos días en los que sientan que las emociones se van deteniendo en ellos lentamente como el torno de un alfarero, bajen corriendo a su biblioteca más cercana y lean este relato...

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