22 octubre 2008

El Chrysler de Goya. Los Goya de Chrysler


En Europa, si hablamos de un museo generalmente nos referimos a grandes instituciones de origen público con colecciones acumuladas a lo largo de algunos siglos (o décadas, depende de la especialidad). Cuando hablamos de museos privados, generalmente nos referimos, en cambio, a los museos de coleccionistas privados (que también pueden acabar siendo semi-públicos, como el Thyssen de Madrid), o de museos de corporaciones privadas o temáticos (como el de Mercedes Benz en Stuttgart). Pero no se nos ocurre que pueda haber un museo que lleve el nombre de una empresa (por ejemplo, Navidul) , y en el que se muestren obras de arte como en el Prado, por ejemplo.
En Estados Unidos en cambio, donde el concepto de museo es ligeramente diferente, los grandes museos (como el Metropolitan de New York) son en realidad fundaciones producto de la iniciativa de particulares y de la acumulación de legados de diferente procedencia, en el que lo público queda en un segundo plano y predomina el afán filantrópico de los particulares fundadores.
Por esta característica, pueden existir museos como el que hoy traigo aquí, el Museo Chrysler de Norfolk. Producto de la conjunción de un museo público con la colección de un magnate presidente de una gran corporación, el museo, creado en 1939 como Museo de Bellas Artes de Norfolk, no se entendería actualmente sin el apadrinamiento en 1971 por parte de Walter P. Chrysler Jr., hijo del fundador de la marca y experto coleccionista de arte, cuando llegó a la ciudad y decidió sumar sus colecciones a las del museo ya existente. La carrera de Chrysler Jr. como coleccionista se desarrolló durante décadas, paralelamente a sus trabajos en la gran corporación creada por su padre, de la cual creó su división aérea. En los años 30 viajó a Paris, donde conoció a Picasso, Leger y Matisse, entre otros, y de los cuales compró obra directamente. Como quiera que toda su vida giró tanto en torno a los coches como en torno al arte (no olvidar que la corporación construyó uno de los rascacielos más significativos del mundo, el Chrysler Building de Nueva York, en 1930), participó también en la dirección de la biblioteca del MOMA, gestionando los fondos relacionados con el movimiento surrealista y con el legado de Paul Elouard
El Museo Chrysler de Norfolk está actualmente financiado parcialmente por la fundación Daimler – Chrysler, al tiempo que por el ayuntamiento de Norfolk y el Estado de Virginia, como principales patronos, aunque sigue siendo el Ayuntamiento de Norfolk el que más aporta. La colección del Museo tiene sus piezas fundamentales entre las aportadas por Chrysler de su colección particular. Obras de Rubens, Van Dyck, Bernini, Coello incluso un retrato de Velázquez o algunos grabados originales de Goya, lo colocan en una posición privilegiada entre los museos de mediano tamaño en Estados Unidos, y un paso (o dos) por detrás de los grandes dinosaurios como el Met o el Boston Museum of Fine Arts.
Pero además, desde el 11 de Marzo hasta el próximo 10 de Junio, el Chrysler Museum de Norfolk acoge una exposición itinerante organizada por la Hispanic Society of America, llamada "From Goya to Sorolla" con una selección de las obras maestras propiedad de la sociedad correspondientes a los dos últimos siglos, desde la poderosa modernidad de Goya hasta el lánguido impresionismo de Sorolla, a través de 70 obras.
El Museo Chrysler de Norfolk es un interesante ejemplo, una vez más, de que la conjunción de materias aparentemente tan alejadas como la producción de coches y las Bellas Artes no sólo es una rareza, sino que es posible allí donde se vehicula en ambientes en los que median personas con una amplia visión de la cultura, y que, en cualquier caso, industria y arte no son, como muchos piensan, incompatibles.

No hay comentarios: