23 octubre 2008

El estudio de arquitectura de Giugiaro


Si en los últimos artículos hemos ido desgranando algunos proyectos arquitectónicos de gran interés vinculados al mundo del motor, en este penúltimo artículo de la serie Arquitectura y Motor, creo necesario dar una visión diferente y complementaria de este asunto que, a priori, puede parecer forzado.Si lo que hemos visto hasta ahora han sido a arquitectos interpretando espacios arquitectónicos inspirados directamente por el mundo de la automoción, queda una interesante y complementaria faceta que hoy venimos a cubrir. ¿Existe arquitectura hecha por diseñadores de automóviles? Sin entrar en consideraciones abstrusas acerca de la naturaleza del diseño en si mismo y de la concepción inicial de obras complejas, la respuesta es Si. Y el diseñador que nos tiende este puente, es uno de los más influyentes del siglo XX (no obstante fue elegido diseñado del siglo por la Asociación Italiana de Diseño Industrial), Giorgio Giugiaro.Giugiaro es, desde finales de los años 60, un diseñador con estilo propio, dentro de la mejor escuela de diseñadores italianos iniciada por Scaglietti (el carrocero de los míticos Ferrari 250 GT y GTO) y continuada por Zagato, Bertone o Pininfarina. A el se deben coches fundamentales no sólo en la historia reciente del automóvil, sino también de la sociedad. Desde el trascendental VW Golf de 1974 hasta iconos de nuestro tiempo que se han apoderado de la imagen genérica del deportivo por excelencia, como el extraplano Lotus Esprit de 1972, la obra de Giugiaro está repleta de excéntricos "Concept Car", fabulosas creaciones de coches deportivos, y magníficas series de vehículos convencionales de turismo como el exitoso Seat Toledo de segunda generación.Sin embargo, Giugiaro y su estudio Italdesign, han dado mucho más de si en cuanto al diseño. Desde cámaras de fotos como las Nikon de serie F, hasta el interior del Airbus A321 o el aspecto externo de productos Indesit, Giugiaro es una factoría de diseño en el sentido amplio, en el que el automóvil es el objeto más conocido pero no el único, y en el que todos están en relación de alguna manera en cuanto que surgen del mismo equipo creativo.Y en este gran entramado de diseño, estan anclados algunos proyectos arquitectónicos que son, incluso cuando muchos no han pasado de ser proyectos para concursos, una interesante piedra de toque para recorrer el camino inverso al que hemos visto hasta ahora en esta serie. Todo encuentra una explicación en los estudios de arquitectura de Fabrizio Giugiaro, el hijo de Giorgietto, que permitieron desde los años 90 desarrollar algunos proyectos arquitectónicos, si bien muchos de ellos, a día de hoy están solo en fase de concurso o no se han llegado a realizar. Resulta atractivo contemplar algunas soluciones de Giugiaro para espacios expositivos (de hecho ellos mismos han diseñado múltiples stand para Salones del Automóvil), pero también ver cómo se proyectan grandes espacios que concursaron a las obras de los juegos olímpicos llevados a cabo en Turin en 2006, desde estadios a bloques de apartamentos y al tiempo la rehabilitación de algunos espacios relevantes de la zona. Desde el punto de vista de intervención, probablemente la más interesante y compleja es la rehabilitación que el equipo de Giugiaro llevó a cabo en la Galleria Civica d'Arte Moderno de Turin, construida sobre una antigua estación de tren, y que debió verse remodelada en los años 90 por su mal estado de conservación. La introducción de nuevos materiales predominó en la misma, pero al mismo tiempo, como en todos los proyectos arquitectónicos de Giugiaro, el sentido de lo estético y de la comunión entre espacios de diferente genealogía, se logra con la elegancia y al tiempo modernidad que han caracterizado siempre a las creaciones de la factoría. Del mismo modo, resulta también terriblemente atractiva la participación de Giugiaro en el concurso (Que ganó) para la instalación de un órgano en la Catedral de Turin, para cuya competición se propuso una escenografía que no interrumpiese la visión de la catedral en la medida de lo posible, y al tiempo realzase la belleza de las partes metálicas y de madera del mismo órgano.La incursión de un diseñador de coches en el mundo de la arquitectura es un perfecto indicador de que los caminos por recorrer son muchos y en muchos sentidos diferentes. La visión de la misma disciplina cambia, pero al final el arte se construye a base de volúmenes, planos, color, formas y ritmos. Estas claves pueden interpretar prácticamente cualquier creación, y han de ser esas, al fin, las que definan la excelencia de cada obra. En el peor de los casos, las obras arquitectónicas del estudio de Giugiaro son una exótica ocasión de conocer cómo un diseñador futurista y marcador de tendencias se desenvuelve en un campo tan sensible. Pero yo aún creo más, y estimo que mediante estas visiones tan amplias se construyen escenarios en los que, al final, el arte más rabiosamente contemporáneo o la creación más excéntrica, se reduce a las tres claves del arte clásico más canónico: Utilitas, Firmitas, Venvstas (Utilidad, solidez y belleza)

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