23 octubre 2008

Epilogo. El volante del arquitecto: Frank Gehry


Para acabar por ahora con esta serie dedicada a los contactos entre la arquitectura y el automóvil, convenía mencionar un área de actuación que probablemente habrá pasado por la cabeza de más de uno. Hemos visto edificios hechos para marcas de coches, factorías, museos, y también edificios hechos por diseñadores de automóviles. Pero, ¿Que sucede cuando un arquitecto se plantea el diseño de un automóvil?. El camino inverso a los razonamientos siempre es algo que conviene recorrer para aportar luz sobre cualquier materia.Este camino inverso podría ser reflejado de muchas maneras diferentes, pues no pocos han sido los arquitectos que han participado, de un modo u otro, en la concepción de automóviles, ya sea directa o indirecta. Sin ir más lejos, Norman Foster participó en 2004 en unos coloquios organizados por la Fundación Barreiros, y en los que expresó su visión de la relación entre ciudades y automóviles en el futuro. Pero el proyecto que traigo aquí es sustancialmente diferente.En otoño de 2003, el Massachussets Institute of Technology, animado por General Motors, decidió realizar un proyecto para la definición de un coche del futuro. Para ello, además de todos los equipos y talentos del MIT Media Lab, se recurrió al liderazgo y diseño de un arquitecto de fama mundial, Frank Gehry. El objetivo era realizar un proyecto de coche sostenible para el futuro próximo, sin compromisos tecnológicos, pero con la verosimilitud y el posibilismo como horizonte. La elección de Gehry no es probablemente casual. Arquitecto un tanto sobrevalorado, en mi opinión, es sin embargo el paradigma de un determinado tipo de arquitectura de estética profundamente novedosa, potente y reconocible y, después de haber recibido el premio Pritzker en 1989, su carrera ha sido catapultada por obras como el Guggenheim de Bilbao, y consolidada por otras menos conocidas pero muy interesantes como el Dancing Building de Praga, o, recientemente, el hotel de Marqués de Riscal en Elciego, Alava.Según expresa el propio Gehry, resulta fascinante la incursión en un mundo completamente diferente pero en el fondo completamente conectado a la arquitectura. Más que un diseño estético más o menos personal, la incorporación de Gehry al proyecto sencillamente incorpora una visión nueva y no contaminada sobre las soluciones que debe afrontar un automóvil partiendo desde el folio en blanco. El proyecto (que, hasta donde yo sé, no ha sido presentado todavía) ha ido creciendo poco a poco. Si inicialmente estaba destinado a ser presentado en otoño de 2004, la puesta de largo se ha ido restrasando, pero no tanto por problemas de concepto sino más bien porque la envergadura del proyecto ha ido creciendo sin parar hasta evolucionar en un auténtico estudio de trabajo para las soluciones urbanas y de transporte del futuro inmediato.El planteamiento inicial era una respuesta razonada al Smart del grupo Daimler-Chrysler, propuesta que ha quedado estancada en poco más que una variante estética del minicoche sin aportar grandes soluciones de futuro de cara a la automoción urbana e interurbana. El punto de partida del Concept Car del MIT y GM era el de reinventar el coche del pueblo, en un sentido maximalista y sin compromisos, pero sobre todo aportando soluciones realistas que puedan cambiar las estructuras de la cultura de la automoción. Para Gehry, venir de un mundo ajeno al del diseño en automoción, le ha hecho plantearse preguntas tan básicas y a veces absurdas que probablemente ningún diseñador de automóviles se plantearía normalmente, y eso ha tenido como resultado líneas de trabajo que luego han resultado ser fructíferas. El vehículo incorpora algunos interesantes conceptos acerca de modularidad, así como una integración del conjunto suspensión-transmisión que hace que cada rueda sea prácticamente una unidad rodante. Al tiempo, se prestó especial atención al diseño del habitáculo, y también a la modularidad del mismo. La ausencia de compromiso en la búsqueda de una aerodinámica especialmente afilada permitió un abombado habitáculo que, inevitablemente, recuerda al famoso VW Beetle, otro proyecto en el que cada forma está supeditada a una función concreta. Todo ello, quedó reflejado en algunos interesantes vídeos en los que los participantes del proceso reflexionan sobre las condiciones y retos que han afrontado durante el mismo.Este concept car es un magnífico ejemplo de que la industria de la automoción puede cambiar y evolucionar mucho todavía. Pero también es un ilustrativo reflejo de que el concepto básico del automóvil es tan potente, sólido y redondo que incluso conceptos tan atrevidos como éste siguen manteniendo algunas estructuras básicas inamovibles.El proyecto de GM ha dado al parecer con un importante pilar del concepto de automóvil, y la envergadura del mismo ha ido creciendo. Nuevos modelos parecen estar surgiendo de esta unión de esfuerzos, y probablemente lo harán más en el futuro. Si un día el concept car diseñado en parte por Gehry verá o no la luz, habrá que esperar algo más para comprobarlo. Pero la experiencia ha dejado claro que el concepto de automóvil, la idea más sencilla y radical del mismo, es tan potente que es capaz de integrar ideas y conceptos de casi cualquier otra disciplina, creativa o productiva, para obtener resultados novedosos. Es algo tan apegado a nuestra propia cultura, que a veces podría llegar uno a preguntarse si el concepto de vehículo capaz de moverse por sus propios medios no será, como una vez dijo un sabio acerca de las matemáticas, preexistente*.*Coda: La preexistencia del automóvil mencionada en este último párrafo no pasa de ser una hipérbole al servicio de un sentido un tanto literario y sugerente de finalizar el artículo. Lo que si es razonablemente planteable es que el concepto de "máquina de desplazarse" sea, si no consubstancial, si al menos casi tan antiguo como algunas de las más antiguas ideas de la civilización, como puede rastrearse en las teogonías mesopotámicas, desde el Enuma Elish a la Biblia, y por supuesto en los clásicos griegos y latinos.


** Actualización 2010: Pocos meses antes de morir, William J. Mitchell, director del MIT Media Lab, publicó un interesante libro llamado "Reinventing the automobile: urban mobility for the XXIst century", del que hicimos una breve reseña en este otro artículo del blog.

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