26 octubre 2008

Historia, motor y pintura. Tres lienzos de Jack Vettriano a subasta en Sotheby's


Lo primero que viene a la cabeza al ver cualquier cuadro de Jack Vettriano, escocés nacido en 1951, son las obras de Edward Hopper. Vettriano ha sido considerado en los últimos años, por encima de todo, un creador costumbrista de imágenes pasto de los vendedores de láminas, más que un pintor que aporte nuevas e interesantes propuestas a la historia del arte. Me ahorraré explicar la diferencia esencial entre los criterios del gusto y los de la evolución histórica del arte, porque esta explicación ya la hizo de forma inmejorable el maestro Gombrich en la introducción a su "Historia del Arte". El hecho es que los cuadros de Jack Vettriano, no aportan nada a la historia del arte, y parecen más bien reinterpretaciones y copias de Hopper. Pero eso no quiere decir que no tengan su calidad técnica.
Vettriano gusta de representar escenas que parecen siempre sugerir escenas de obras del cine negro o la literatura del mismo género creada en Estados Unidos en la primera mitad del siglo. Parecen recortes de obras de Dashiell Hammett, Raymond Chandler o Dalton Trumbo, pero con una latente aunque perceptible carga erótica en muchas ocasiones, revisando una y otra vez el esterotipo de la mujer fatal y el hombre arrogante y seductor.
Ahora, el día 29, Sotheby's hace una subasta en la que salen varios lotes de Jack Vettriano, pero hay tres que nos llaman la atención poderosamente. Se trata de "The Birth of a Dream", "Pendine Beach" y "Bluebird at Bonneville", tres lienzos de Vettriano en los que los coches son protagonistas. Y no unos coches cualquiera. "Pendine Beach" y "Bluebird at Bonneville" están dedicados a algo que es mucho más que un episodio de la historia del automóvil, y pasa a ser un mito del siglo XX especialmente si hablamos del Reino Unido. Los intentos de Malcolm Campbell por batir records de velocidad sobre tierra con sus coches, llamados en serie "Bluebird" (Pájaro azul). En "Pendine Beach", se representa el primer intento de Campbell en Pendine Beach, Gales, con su Sunmbeam, en 1924, donde alcanzó los 233 km/h. "Bluebird at Bonneville", es un lienzo sobre el intento de Campbell en Bonneville, Utah, donde el fascinante y espectacular "Bluebird" alcanzó los 485 km/h con un motor de explosión y transmisión convencional. "Birth of a dream", es más bien una onírica visión del origen de otra mítica marca, Bugatti. En ella, un personaje de espaldas se encuentra pintando un número a un Bugatti T-13 Brescia de 1921 en un garaje. La imagen se sirve del ya conocido pero siempre eficiente truco de incorporarnos a la emoción del momento, colocando a un personaje de espaldas en primer término, como en los ya célebres cuadros del romanticista alemán Kaspar Friedrich. Por otra parte, y pese a ser un motivo coyuntural en la obra de Vettriano, los cuadros con coches encajan muy bien en la tradicional pintura de motor, de la cual puede verse una buena selección en virtualcar.it.
A pesar de la poca incidencia de Vettriano en la pintura de vanguardia, los precios estimados de salida son ciertamente elevados: 100000 - 150000 libras esterlinas para "Birth of a dream", 300000 - 500000 para "Pendine beach", y 400000 a 600000 para "Bluebird at Bonneville" ( 147000 - 220000, 440000 - 736000, y 588000 - 883000 euros respectivamente, lo cual no está nada mal)
La pintura estadonidense del siglo XX, especialmente en los años centrales, está indudablemente marcada por la figura de Edward Hopper. La cultura de Estados Unidos, que a menudo sin reflexionar demasiado nos gusta despreciar desde Europa, es sin embargo un pilar esencial del mundo moderno, y a ella le debemos el crecimiento de la pintura abstracta, el jazz, el rock&roll, algunas de las obras esenciales de la literatura universal contemporánea, el cine como industria, etc... Hopper es uno de los personajes dignos de aparecer en ese particular panteón de las barras y estrellas, por la impactante visión de la sociedad que erogan sus cuadros. Una técnica no demasiado vanguardista da forma, sin embargo, a composiciones inquietantes, perspectivas de aspecto robado, como si el marco del cuadro fuese una ventana desde la que miramos furtivamente sin ser vistos. Figuras sólidas e inmóviles como muebles, y paisajes vacíos, coloridos y luminosos a menudo, pero en los que se palpa la sociedad y el aislamiento.
Las obras de Vettriano, pese a tener un reconocible aire británico, parecen ubicarse en el terreno de esta cultura estadounidense de la primera mitad del siglo XX, y tiende evidentes pasarelas a la imaginería de Hopper. Si a alguno les sobran unos cientos de miles de euros, puede decorarse el salón con un Vettriano original que huele un poco a óleo y otro poco a gasolina.

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