03 noviembre 2008

1930: sobre coches y rascacielos. El Chrysler Building


Mirándolo desde nuestra posición, el arranque del siglo XX igual parece el origen de la sociedad desigual y de la economía mundial despiadada de nuestros días, como el inicio de un mundo magnífico que nunca llegó a tener lugar, en el que tecnología y progreso social se daban la mano. Es la época de las grandes fortunas, del inicio de las explotaciones masivas de recursos, y del origen de algunos de los elementos clave en nuestra cultura. Y el momento del nacimiento de dos grandes iconos del siglo XX: los rascacielos y los automóviles.

En la ya larga serie de artículos dedicada en ¿Dónde está el depósito...? a la arquitectura en torno al automóvil, nos hemos centrado principalmente en edificios de reciente construcción, por atender a una tendencia relativamente reciente en el sector del automóvil y en la nueva arquitectura mundial. Pero hace mucho más tiempo que el Four Cylinder Building de Karl Schwanzer, hubo un edificio pionero en el que la industria del automóvil y la vanguardia arquitectónica se dieron la mano, el Chrysler Building.


Entre 1910 y 1920, la producción de coches en Estados Unidos pasó de un escaso medio millón a casi diez. En la boyante sociedad americana de las grandes fortunas, el ferrocarril había dejado paso como centro de la economía al automóvil, y en torno a él se creaban millones de puestos de trabajo, fábricas y fortunas, se modelaba el paisaje, se transformaban las ciudades y la sociedad estadounidense, que desde siempre tuvo la libertad por bandera (al menos nominalmente) encontraba en el automóvil la metáfora perfecta de su razón de ser. Walter Chrysler, un antiguo jefe mecánico de la General Motors que se había hecho con la jefatura técnica de Buick, amasó entre 1911 y 1925 una fortuna tan fabulosa que acabó fundando su propia marca en aquel año,Chrysler Corporation producto de la absorción de Maxwell, y poco después de Dodge.


En una época en la que los magnates estadounidenses eran tan poderosos como para desmontar monasterios enteros en Europa y trasladarlos a sus propiedades como es el caso de William Randolph Hearst, Chrysler decidió estrenar su marca dejando un hito en las calles de Nueva York, y mandando a la ciudad y al mundo un mensaje de poder, un auténtico rugido, cuyo eco aún dura: quería el edificio más alto del mundo. William Van Alen fue el encargado por el megalómano empresario para construír ese edificio, ya que tenía un proyecto que había sido rechazado por el magnate William H. Reynolds. En aquellos años, entre 1926 y 1931, hubo en Nueva York una especie de carrera por el edificio más alto. Chrysler quería mostrar su poderío económico (enriquecido en proporciones astronómicas en apenas un par de décadas), pero tuvo que competir con el edificio que estaba construyendo Craig Severance en el número 40 de Wall Street, y poco después con el mítico Empire State Building, que le superaría por pocos metros.

El Chrysler Building se construyó en estructura metálica y con ladrillos, al asombroso ritmo de cuatro plantas por semana, y las crónicas dicen que no murió ningún trabajador en su construcción, lo cual resulta dificil de creer viendo las condiciones en las que se trabajaba en la época. Los constructores del 40 Wall Street y Chrysler se miraban de reojo, e incluso Severance decidió incluír algunas plantas más a su proyecto para superar al edificio de la marca de coches. Pero Van Alen tenía un truco final magistral. En una triquiñuela èpica, obtuvo permiso para construír sobre el edificio una aguja de 56 metros añadida al remate del edificio. La aguja se llevó al edificio en cuatro partes diferentes y se ensambló dentro de la estructura del remate del edificio, para no dar pistas a sus rivales, y fue montada en una pieza para finalizar el edificio en 1930 y conseguir el récord de estructura habitable más alta del mundo, con 318 metros hasta la antena, y sólo superada como construcción por la Torre Eiffel. Pero el honor le duró sólo un año, el tiempo que tardó en acabarse elEmpire State Building, con sus 449 metros a la antena. Tras la desaparición de las torres del World Trade Center, el Empire y el Chrysler han vuelto a ser, más de ochenta años después, el primer y segundo edificio más alto de Nueva York.

El Chrysler es un elegante rascacielos construído en un momento en el que la arquitectura mundial aún no mostraba el racionalismo y severidad formal en que se instaló en los dos cuartos centrales del siglo XX. Por ello está repleto de detalles formales figurativos que nos recuerdan en parte al modernismo de Europa, desde las puertas de los ascensores, a las cajas de escaleras, pasando por las celebérrimas gárgolas en forma de águila sugeridas por el propio Walter Chrysler y hoy día un icono de la cultura contemporánea. El remate del edificio, a petición del encargante, recordaba a las formas de las calandras y radiadores de los Chrysler de los primeros años, e incluía el enorme chapitel de acero inoxidable traído de Alemania. Esta gran cubierta final se convirtió, hasta el día de hoy, en la característica que le da la personalidad absoluta e inconfundible al edificio.

En 1930, por tanto, un poderoso hombre de negocios quiso mostrar al mundo su potencia económica y el poderío de su empresa construyendo el edificio más alto del mundo. Una empresa de automóviles, el auténtico oro del siglo XX, cuyas formas básicas quedarían reflejadas para la eternidad en el remate de la enorme torre. El Chrysler Building es un dinosaurio, un edificio perteneciente a un tiempo de megalomanía que hasta hace sólo una década parecía irrepetible. Hoy en día, la carrera por el edificio más alto vuelve a estar candente, y la Torre Sears, con sus imponentes 527 metros, ve amenazado su trono, por varios edificios en construcción y en proyecto.

En cierta manera, el siglo XXI comienza como comenzó el XX. Los que detentan las fortunas más fabulosas del mundo, o aquellos que quieren envíar mensajes de poderío desmedido, construyen rascacielos y compiten por tener el más alto. Y los que fabrican coches, tratan de alcanzar la memoria para la posteridad, construyendo edificios fabulosos. ¿Quien dijo que la historia había terminado?

Para saber más:

* Este magnífico minisite de la Universidad de Virginia sobre el Chrysler Building, dentro de su proyecto en Internet sobre Estados Unidos en los años 30


* Una buena galería de fotos del exterior e interior del Chrysler Building en diferentes épocas

* El Chrysler Building en Google Earth, descárgate el archivo KMZ para verlo (Gracias a Sergio por este enlace)

* El Museo de Bellas Artes de Chrysler en Norfolk en ¿Dónde está el depósito...?

* Gracias a José Miguel por animarme, una y otra vez, a escribir este artículo después de su viaje a Nueva York.

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