03 noviembre 2008

Citröen y su "palacio" en los Campos Elíseos. De Ravazé a Gautrand



El pasado septiembre la marca Citroën recuperó el protagonismo en el centro de París con un nuevo edificio que sumar a la oleada de nueva arquitectura en torno al automóvil de los últimos años. En este caso, la marca, que poseía un inmueble en el nº 42 de la avenida de los Campos Elíseos, encargó la renovación del mismo al arquitecto francés Manuelle Gautrand, poniendo con el nuevo edificio en conexion la iniciativa del mismo André Citroën con la proyección de la marca en el siglo XXI.

Citroën estableció su tienda en París en un local en la avenida de los Campos Elíseos en 1927. Un edificio historicista como escaparate del nuevo producto, que fascina a todo el mundo occidental, será el primer edificio de la marca en esa dirección, pero pronto el propio Citroën comprende que se debe caminar hacia algo diferente y nuevo. En 1932, en una Europa aún fascinada por el modernismo en todas sus variantes regionales, que alcanza en Francia y en París una altísima expresión plástica, todavía con la muerte de Gaudí (1926) reciente, y cuando la Escuela Bauhaus, recién trasladada a Dessau, comenzaba a dejar huella de sus trascendentales ideas en forma de edificios, Maurice - Jacques Ravazé interpretó el deseo de Citroën con un gran proyecto basado en una enorme cristalera desde la cual se podían ver los vehículos de la marca como en un gran escaparate de joyas. El edificio, resultó una interesante propuesta en la arquitectura de un Paris que había sido el centro del arte mundial en el último siglo, y que estaba a punto de dejar de serlo tras la Segunda Guerra Mundial. Ravazé había construído en ese mismo año eledificio central de Citroën en Lyon, que aún se conserva, en el cual había dejado ya elegantes rasgos de una reinterpretación de la arquitectura industrial planteada por Behrens en su AEG, pero en clave organicista en su fachada y funcionalista en su interior, tendiendo así un puente que se apoyaba tanto en el modernismo como en la arquitectura de raíz más abstracta.

El nuevo edificio, bautizado C42 y encargado por Citroën a Manuelle Gautrand, tiene como objetivo convertirse, en palabras de la marca, en "un lugar prestigioso para una marca emblemática". Con una dinámica fachadaconstruída a base de paños romboidales y triangulares, tomando como patrón el doble chevrón emblema de la marca, el edificio resulta una estilizada construcción con un atractivo y potente interior en el que domina el rojo y el blanco, pero cuya fachada de cristal refleja de forma más leve, contribuyendo así a una mayor integración del edificio en el entorno y sin buscar un cromatismo demasiado expansivo que se haría agresivo y contraproducente en el entorno. El interior se construye a partir de una espiral con la intención de mostrar coches, y en torno a esa idea se configuran el resto de los espacios. De hecho, Citroën lo concibe más como un espacio expositivo que logístico, de manera que hay previsto un plan de renovación de las exposiciones de automóviles por temporadas. La temporada inaugural del inmueble incluye una exposición con el Tractión Avant, el 2 CV, el DS, un C6, un C4 Picasso, un C-Crosser, y los concept Airplay y el precioso e impactante Metisse.

La integración del interior del edificio en la propia fachada (según el propio estudio de Gautrand, el edificio está diseñado con los mismo principios que un automóvil, de manera que las formas de la fachada, interior y techo representan una unidad fluída) otorga al C42 un elegante y dinámico aspecto, muy del gusto de la arquitectura Hi-Tech ya no tan novedosa y no tan vanguardista, que sin embago recuerda inevitablemente a algunas creaciones del modernismo, como la Casa Battló de Gaudí. Sobre si es vanguardista o no en su concepto, solo hay que acercarse desde el C42 hasta el Centro Pompidou de Piano y Rogers, de 1972, para comprobar que no, pero si que se encuentra muy dentro de la estética de la nueva arquitectura del automóvil, en la que la incorporación de materiales de características muy especiales tecnológicamente, y la fluidez en el diseño, cuentan sobremanera a la hora de establecer la unión entre forma y función, y sobre todo de cara al mensaje que los edificios pretenten mandar al visitante. El discurso arquitectónico de partida, por tanto, está en la línea semántica de la arquitectura representativa de una cierta clase de poder, asunto del que ya hemos hablado aqui en otras ocasiones.

El edificio de Gautrand devuelve, por tanto, a Citroën el protagonismo que ya pudo tener en 1932 y en un espacio tan emblemático como la avenida de los Campos Elíseos. En cierto modo este edificio coincide con una tendencia de renovación en la marca francesa, que en los últimos años ha concedido una gran importancia a la reinvención de algunos iconos de su historia (que es lo mismo que la del siglo XX). Algunos ejemplos son el C3 Pluriel, un homenaje moderno al 2 CV de techo de lona, el nuevo C6, que incluso en las campañas de publicidad se presenta como heredero del DS o "Tiburón", o el concept de Sbarro para el Salón de Barcelona de 2007, declarado homenaje a los míticosKegresse que protagnizasen las épicas aventuras de la Travesía del Sahara, el Crucero Negro o el Crucero Amarilo entre 1922 y 1932.

Una reinvención de la tradición que le ha costado a Citroën 11 millones de euros

* Gracias a Isabel que en su día me facilitó la idea y la información necesaria para que este artículo fuera posible


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