08 noviembre 2008

Paseando a Miss Liberty. Los coches en el Museo Smithsonian de Historia de los Estados Unidos


Estados Unidos es el país en el que, al menos durante el siglo pasado, casi todo se movió sobre cuatro ruedas, y en el que el automóvil, un invento europeo, se hizo mayor y encontró su identidad. Si el viaje de la antigüedad es el viaje homérico por mar, el viaje en el mundo moderno es la escapada sobre un coche por las carreteras perdidas del interior de Estados Unidos a lo Kerouac (en el caso de que lo homérico y "On the road" fuesen antagónicos). Por eso, hablar de la historia de este país y hablar de la historia del automóvil es lo mismo, y viceversa.

El Museo Smithsonian es el Museo Nacional de Historia de los Estados Unidos, y se encuentra en Washington. El Smithsonian es un museo que más que histórico podría llamarse "de la cultura" estadounidense. De algún modo un museo "diferente", repleto, más que de piezas únicas, que también, de montajes didácticos acompañados de algunas piezas a través de los que comprender la historia de un modo más transversal. ¿Vieron "Noche en el Museo", una película en la que Ben Stiller se hace vigilante de seguridad en el Museo Nacional de Historia Natural de Nueva York?, pues piensen algo más en eso que en el Museo del Prado.

El Smithsonian, que se encuentra en la actualidad cerrado por reformas y reabrirá el 21 de noviembre de este año, cuenta entre sus montajes temáticos con un magnífico e interesante montaje, "America on the move", que ocupa 2300 m2 de la superficie del museo, y que está dedicado al transporte y los desplazamientos en la historia del país. En esta gran exposición, que cuenta asimismo con una monumental página web de apoyo y material didáctico específico, el automóvil y los viajes por carretera suponen uno de los pilares del discurso.

"America on the move", analiza los desplazamientos, flujos y caminos en la historia del país, desde las diligencias hasta los primeros ferrocarriles, tanto aquellos que llevaban trabajadores de un lugar a otro como el extraño ferrocarril que desde Manhattan llevaba al "Luna Park" de Coney Island a principios del siglo XX. Sin embargo, la cultura de este país es una cultura que se desarrolla sobre ruedas, y por ello en la exposición el automóvil es el eje. El montaje está repleto de historias fascinantes, como la del tenido por el primer viaje en coche de costa a costa, el realizado por Nelson Jackson y Sewall Crocker, y su perro Bud (que se convierte a su vez en mascota de la exposición. Pero también dedica un importante espacio a uno de los grandes mitos de los Estados Unidos, la Ruta 66, la primera gran carretera interestatal, y la llamada por Steinbeck "La carretera madre".


La exposición es tanto una historia del transporte en los Estados Unidos como una historia de los Estados Unidos a través del transporte. Alguien dijo en una ocasión que el automóvil era europeo de nacimiento pero estadounidense de adopción. Con este "leit motiv", uno de los ámbitos de la exposición "Americans adopt the Auto" repasa el asombroso auge del automóvil en las primeras décadas del siglo XX, que llevaron a que en 1930 23 millones de coches circulasen por el país, y más de la mitad de las familias estadounidenses tuviesen un coche. La producción en serie del automóvil a partir del Ford T y su popularización masiva puso en marcha al país como en la época del ferrocarril. A partir de ese momento fueron necesarios talleres, carreteras, y hoteles de paso en grandes cantidades. Los desplazamientos a una distancia superior a lo que hasta entonces se acostumbraba cambiaron el mapa de los servicios y el comercio, perjudicando en ocasiones a las pequeñas tiendas en favor de grandes centros de distribución. Desde las ciudades hasta los juguetes, todo en Estados Unidos creció a la medida del automóvil. E incluso los métodos actuales de producción arrancan de aquella época: después del Ford T, los coches comenzaron a cambiar de aspecto o de equipamientos cada poco tiempo, para que el mercado se reactivase con más velocidad y el automóvil se convirtiese en artículo de consumo, y no en patrimonio heredable. Esto se comprende más fácilmente si se atiende a que, entre 1914 y 1926, el único color en el que se produjo el Ford T era el negro, lo cual dio lugar a la frase atribuída a Henry Ford "Todo el mundo puede tener un coche del color que quiera, siempre que sea negro"

Tampoco las ciudades estadounidenses se entienden sin el automóvil, y por ello la exposición dedica un apartado al fenómeno urbano de los suburbios, barrios alejados del centro, o "barrios dormitorio", que diríamos hoy en día. Una planificación urbana hecha a la medida del automóvil en los años 40, 50 y 60 dio lugar a ciudades con extensiones inmensas que sólo eran habitables a bordo de un coche o el a menudo problemático transporte urbano. Y eso a su vez generaba problemas de tráfico en el centro que condicionaba de forma determinante la habitabilidad y forma de los mismos (Fenómeno relativamente reciente en las ciudades europeas, y particularmente en las españolas, se ve que es difícil escarmentar en cabeza ajena).

Posiblemente junto a la Ruta 66, una de las imágenes más reconocibles en Estados Unidos son las grandes autopistas interestatales, que precisamente dieron al traste con las carreteras interiores a cuyos márgenes rugieron tantas comunidades y negocios. El conflicto entre las autopistas interestatales y las comunidades de paso se representa también en la exposición, y no sólo este conflicto, sino el de las propias interestatales contras las ciudades. La forma en la que las grandes rondas de circunvalación se construyeron en los años 60 y 70 destruyó muchos de los amables suburbios creados en las décadas previas, y en algunos casos de forma dramática, como en el conocido Bronx de Nueva York, cuyo declive comenzó justo cuando una inmensa autovía elevada lo partió por la mitad desplazando a miles de habitantes. Las interestatales pusieron en el país sobre la mesa el problema de quienes veían pasar la carretera por su casa pero tenían que hacer kilómetros para ir a la manzana siguiente de su barrio, lo cual también obligó a nuevos planteamientos de urbanización y nuevos transportes públicos.


Pero además la exposición, en la que se hace una larga muestra de la espléndida colección de coches del Smithsonian, analiza algunas de la claves del propio automóvil como medio de transporte, como el interesante ámbito comisariado por Janet Davidson que plantea una revisión a los intentos por desarrollar coches con energías alternativas desde los mismos inicios. En ella se ponen en contacto intentos como el coche eléctrico Riker, uno de los muchos pioneros durante la breve pero intensa pugna entre el motor de explosión, el de vapor y el eléctrico en la primera década y media de historia del automóvil, el famoso y fallido intento de Chrysler por desarrollar un coche con propulsión por turbina, o el más reciente GM EV1, un intento mucho más racional y viable de plantear una energía alternativa, al que, sin duda, se podría sumar el recentísimo Chevrolet Volt.

"America on the move" es un monumental montaje del Smithsonian, no sólo por su extensión sino por las temáticas que abarca. Más que una historia del transporte en los Estados Unidos, es una historia de los Estados Unidos a través del transporte, y en buena medida, una historia del siglo XX a través del transporte en los Estados Unidos. Desde la literatura en torno a los grandes viajes, hasta la cultura urbana generada en las megápolis estadounidenses, el automóvil tiene su presencia como protagonista negativo o positivo. Y no sólo se busca entre las claves de la influencia de los medios de transporte, sino también en su propia evolución técnica a lo largo de la historia.

Probablemente un discurso tan monumental como este sólo se pueda dar en Estados Unidos. Y no por la grandilocuencia de sus formas, sino porque los medios de transporte en el siglo XX han tenido como lugar predilecto de desarrollo y evolución aquel país. Hay un hecho histórico que ha dado ventaja a los americanos para ello: los demás países con una extensión similar o mayor que pudo haber llevado a un desarrollo del transporte como el de Estados Unidos, como Unión Soviética y China, se erigieron el el primer cuarto de siglo como potencias del eje comunista, con el consiguiente alejamiento de los términos de producción y consumo que en Estados Unidos crecieron y se exportaron al resto del mundo. Los ferrocarriles y la aviación militar se desarrollaron con cierta energía en el primer tercio del siglo XX en estos lugares, pero jamás llegó la explosión del vehículo privado como en el país americano. Explosión de la que, por que no decirlo, el resto del mundo es heredero hoy en día.

* El Smithsonian Museum se encuentra en la actualidad cerrado por reformas, y volverá a abrir sus puertas el 21 de noviembre de este mismo año

No hay comentarios: