19 diciembre 2008

La casa Michelin y el Art Nouveau. Carreras, héroes, publicidad y arte.



En la historia del automóvil, si hay un una marca mítica que no se refiera a un fabricante de coches, esa es Michelin. Por eso, al igual que en otros nombres esenciales en los origenes de la automoción, mirar a los inicios de Michelin es mirar a la historia de principios del siglo XX. Y también al Arte.

En 1905, los hermanos Michelin decidieron que la Inglaterra eduardiana con los jóvenes cachorros de su alta y rica nobleza interesados en el mundo del automóvil y las carreras, era un yacimiento importante para su negocio, y dado que las patentes de Dunlop habían expirado en 1904 cruzaron el canal para instalarse en Londres en 1905. El proyecto con el que los de Clermont - Ferrand pasaron a Reino Unido se instaló en Chelsea, con un magnífico proyecto arquitectónico que, a la vuelta de casi un siglo, se ha convertido en un auténtico símbolo de esa zona de Londres. La Casa Michelin, inaugurada en 1910, fue uno de los primeros y más relevantes establecimientos comerciales con arquitectura atrevida y de vanguardia (un modernismo de corte industrial profundamente lúdico y colorista), y contribuyó plenamente a reforzar la imagen de la marca en Inglaterra así como en el resto de Europa.

Bajo un proyecto de Françoise Espinasse, ingeniero y empleado de la marca, se construyó un edificio que serviría como oficinas del grupo en el Reino Unido, así como de centro logístico. Y para ello se recurrió a un diseño arquitectónico que cabalga entre el Art Nouveau de estilo más francés (a diferencia del sobrio y elegante estilo de la escuela de Glasgow abanderado por Charles Rennie Macintosh) y su epílogo el Art Decó, pero que bebe también en las fuentes del mismo movimiento Arts And Crafts de William Morris. La Casa Michelin es un prisma que da a tres calles diferentes, con tres diferentes fachadas de las cuales la principal presenta una decoración con vidrieras plomadas con Bibendum en diferentes actitudes. Las torrecillas que flanqueaban las esquinas tienen también unas pequeñas cúpulas de cristal. Este estilo ecléctico de la casa, que trae el decorativismo a un proyecto industrial, creando así una mezcla de arquitectura comercial, industrial y a la vez palaciega y de representación, tan del gusto del cambio de siglo. Este nuevo lenguaje comercial a partir de un tipo de arquitectura con recuerdos a los estilos del pasado resulta una atractiva mezcla que, transcurridas las primeras décadas del siglo, jamás se volvió a dar. Muestra de que no es un caso aislado, están las aparentes similitudes formales entre la Casa Michelin y la Estación de la Concordia en Bilbao, por ejemplo. La Casa Michelín presentó por tanto un gran programa iconográfico de publicidad de la propia marca. Grandes carteles en los laterales, varias vidrieras de cristal plomado que mostraban la imagen del ya por entonces popular "Bibendum".



Pero quizá el más destacado de estos conjuntos son los paneles cerámicos que cubren el exterior y el interior de la casa, y que narran los éxitos en competición de la marca desde su origen hasta 1909. En total 34 paneles hechos con cerámica de los afamados ceramistas Gilardoni, cuya trayectoria arrancaba en la primera mitad del siglo XIX y de cuyas piezas se pueden encontrar aún ejemplos en muchos lugares de Francia. El dibujante, el artista fetiche de los Michelín, Ernest Montaut, se puede considerar uno de los personajes fundamentales en el desarrollo de la plástica de las carreras, y en la confección de un lenguaje visual que presentase las carreras de coches en el mundo del arte. Sus dinámicos dibujos y carteles sirvieron no sólo a la marca Michelín sino a otros fabricantes del sector, con sus bólidos corriendo por amplios parajes con lejanísimos horizontes. Es inevitable ver, en la obra de Montaut, muerto en 1909 a la temprana edad de 31 años, un paralelo a la de otro pionero de la representación de las carreras, el fotografo francés Jacques Henri Lartigue, cuyas imágenes son hoy un clásico no sólo de la historia del automovilismo, sino también de la fotografía y el arte, como muestran exposiciones monográficas como las del Cleveland Museum of Art, en 1999, o la del Centro Pompidou, en 2003. Los paneles de Montaut son 34, mostrando los logros en competición de Michelín entre 1891 y 1908, y en ellas aparecen carreras ya míticas como la Paris Amsterdam de 1898, el Tour de France de 1899, o algunas relacionadas con España como la trágica e inconclusa Paris - Madrid de 1903, o la Copa Cataluña de 1909. Pilotos que suenan hoy a leyendas de los origenes, en algunos casos, como Charrot, Naudin, o el propio Marcel Renault, y marcas que igual han pasado a la gloria como al olvido, como Panhard & Levassor, Isotta Fraschini, Itala, y por supuesto Renault, Peugeot, Mercedes o Hispano Suiza. En todos ellos, los magníficos bólidos surcan los caminos mientras el paisaje a su alrededor es hermoso y profundo, o algunas personas saludan a los héroes, acompañados siempre de sus no menos heróicos copilotos y mecánicos. La serie incluye el triunfo de Terront en la carrera ciclista Paris - Brest de 1891, o el de Bucquet en la carrera motociclista Paris - Viena de 1902, a bordo de una Werner. El grupo esta coronado por una imágen del rey Eduardo VII de Inglaterra, a bordo de su señorial Daimler.

La Casa fue paulatinamente cayendo en el abandono, debido a la menor influencia de Michelin en el mercado británico, y sobre todo a la apertura de otras instalaciones en las afueras de Londres, al igual que en Clermont - Ferrand se ampliaban las sedes. Con el paso de los años, Michelín terminó por alquilar parcialmente sus instalaciones, después de que, durante la Ssegunda Guerra Mundial se hubiesen desmontado, y después perdido, parte de las vidrieras originales, al tiempo que se instalaba en ella el Ministerio del Aire. En los años 80, con el augo del barrio de Chelsea, un consorcio inglés compró la casa por 8 millones de Libras Esterlinas, y comenzó su rehabilitación, que corrió a cargo del estudio de arquitectos Conran & Partners. Durante este proceso se recuperaron y recrearon las vidrieras tal y como se encontraban en su origen, y como hoy aún se pueden ver. En ella se instaló poco después el prestigioso restaurante Bibendum, que sigue, a día de hoy, dando comidas en el magnífico marco arquitectónico definido por Espinasse.

La Casa Michelín es, probablemente, el más temprano y esplendoroso ejemplo de eso a lo que nos hemos referido en muchas ocasiones como "arquitectura corporativa". Mediante este proyecto, Michelín consiguió un inmediato reconocimiento como marca comercial de prestigio en el Reino Unido, donde las carreras eran más escasas que en Francia, pero igualmente apreciadas. Su programa iconográfico a partir de los triunfos en competición de la marca, y con la representación del propio Eduardo VII que había consentido la instalación de la firma francesa en territorio británico, no hacía sino reforzar las bondades de su excelencia como fabricante, al tiempo que colocarse al mismo nivel que el fabricante de la tierra y pionero, Dunlop, que poco después construiría su "Fort Dunlop". De esta manera, la Casa Michelin se adelanta por cerca de veinte años a uno de los más afamados ejemplos de arquitectura corporativa de la primera época del automóvil y prácticamente de todos los tiempos, el Chrysler Building. Pero la coqueta Casa Michelín, se encuentra dentro de un proyecto más humano y humanista que el mastodóntico Chrysler, y su pervivencia en estado casi original hasta el día de hoy nos remite a un tiempo en el que los coches, las carreras y los pioneros de la automoción, eran tanto héroes como empresarios, y se movían tanto por el interés económico como por sus ideas, aspiraciones y principios.

Los paneles cerámicos de Montaut en la Casa Michelín: Paneles, Paneles 2, Paneles 3, Paneles 4

Otras vistas exteriores e interiores de la Casa Michelin: Vistas
* Gracias al gran Carlos, por cuya noticia sobre otras cerámicas de Michelín llegué hasta esta bonita historia

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