21 octubre 2010

La Colección de Automóviles Salvador Claret


Hace ya algunos años, publiqué un artículo sobre las intervenciones de Sonia Delaunay, la artista y esposa del pintor Robert Delaunay, sobre automóviles, concretamente sobre un Bugatti T35. En el mismo, hablaba también de otro coche decorado con los mismos patrones geométricos y coloristas de la "Boutique Simultaneista" de la artista de origen ruso. Una temprana asociación de automóvil y moda, 1925, y el que puede ser el primer coche decorado por un artista y con fines de promoción de una actividad de diseño. En ese artículo, me posteó un comentario alguien que parecía saber el terreno que pisaba, sugiriendo que el coche era un Citroën 5 CV. El autor del comentario era, nada menos, el propietario de la Colección de Automóviles Salvador Claret, el mismo Salvador Claret y Sargatal. Pronto pude averiguar que esta colección estaba asociada al Sistema de Museos de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña, y que era algo más que una acumulación de coches: era la obra de dos generaciones de amantes del automóvil desde una óptica que va más allá de los centímetros cúbicos, los caballos de potencia o los kilómetros por hora de velocidad.

Iniciada por Salvador Claret y Naspleda en torno a 1950, con la compra de un Ford T, durante años él y su hijo, Salvador Claret y Sargatal, actual director de la colección, fueron acumulando vehículos hasta el actual estado, con un gran número de automóviles, motocicletas y bicicletas históricas. Pero ¿qué hace a la Colección de Salvador Claret algo un tanto diferente?. En mi opinión tres cosas.




Por un lado en la colección, a lo largo de los años, se han incorporado vehículos de todas las clase, procedencias y marcas, desde Voisin a De Dion, pasando por Opel, Ford, Cadillac, BMW o Jaguar. Sin embargo, especialmente en los últimos veinte años, hay un interés especial y muy meditado acerca de las marcas españolas anteriores a los años 70, y también a los fabricantes extranjeros que tuvieron plantas en España. Pero además, este interés se centra también en coches populares de los dos primeros tercios del siglo. De este modo, no sólo se encuentran algunos archiconocidos casos, como el Biscuter o el Gogomóvil, sino también algunos otros hitos dentro de la automoción española, como un ejemplar de 1936 de uno de los Ford que la compañía americana fabricaba en su planta de Avenida Icaria, en Barcelona desde 1923; o también un Buick de competición carrozado por Abadal, el importador que, en virtud de sus acuerdos con General Motors, ensamblaba, en su factoría de Plaza Letamendi de Barcelona, sus carrocerías a los chasis Buick que venían desde Estados Unidos. Así, la colección, con un eje principal, que es la automoción popular y la automoción española, es más fácil de interpretar y aporta más cuando se visita detenidamente. Y eso no impide que haya piezas absolutamente deslumbrantes como un magnífico Voisín, algunos Alfa y Mercedes o, mi favorito, un hermoso Maybach.

Por otro lado, resulta muy enriquecedor y estimulante la actitud de Salvador hacia los coches, su estado de conservación y las intervenciones. El planteamiento de la intervención y restauración sobre los coches de la colección tiene mucho que ver con el de la conservación de las obras de arte en el mundo de los museos o coleccionistas. Independientemente de que casos diferentes puedan dar lugar a respuestas diferentes, en el caso de la Colección Salvador Claret siempre hay una búsqueda del resultado más honesto posible para los coches. Así, las restauraciones, en el sentido de recomposiciones, son excepciones, ya que el principal criterio es la conservación de los coches siempre que estén en un estado aceptable de funcionamiento. Esto quiere decir, sencillamente, mantener los coches lo mejor posible, pero dejar que en ellos se aprecie el paso del tiempo, como debería ser en vehículos que, en muchas ocasiones, rondan los 100 años de antigüedad.

Por ultimo algo muy destacable en la Colección, y que se explica especialmente cuando uno conoce a Salvador Claret, y su energía por transmitir y compartir, es la voluntad por participar y realizar actividades didácticas y divulgativas. Y lo que es más importante, con la intención general no ya de dar a conocer los valores de cada vehículo de la colección, sino de usar el gran fondo de la misma para contar historias acerca de diferentes periodos del pasado, relatos transversales en torno a la industria y otros temas que afectan a algo más que la historia del automóvil.

Todo esto, se encuentra acompañado por un abrumador fondo bibliográfico y documental, que puede hacer las delicias de cualquier aficionado. O bien, quizá no de cualquiera, más bien de un grupo concreto y no muy amplio de aficionados, pero eso sí, satisfacerlos de modo completo, debido a la gran cantidad de libros, catálogos, revistas, imágenes y documentos en torno a los pioneros de la automoción, diseñadores, pilotos o marcas que se acumulan en sus fondos.




La visita a la Colección Salvador Claret está condicionada por el espacio del que se dispone para la exhibicion de los fondos. En algunos casos el espacio está obligado por la necesidad de dejar un pasillo por el que transitar. Pero precisamente esta visual acumulación física de automóviles que, por otra parte, han sido cuidadosamente seleccionados en muchos de los casos, hace que se perciba de un modo más humano la obra de una persona (en este caso de dos), más que si nos enfrentásemos a un espacio mucho más amplio y contenido en un edificio de diseño más moderno. En este paseo, que al principio parece desordenado, se van hallando algunos magníficos tesoros. Desde un magnífico Wanderer hasta un fascinante Mercedes 150 diseñado por Porsche a partir de los trabajos del deshauciado Joseph Ganz. Desde un hermoso Maybach azul (uno de los pocos, si no el único, que se pueda ver en España), a un Chandler Six, pasando por varios Hispano Suiza, o un impactante Voisin. El deambular entre los coches va descubriendo, poco a poco, detalles de las carrocerías, de los neumáticos, así como dejando ver algunas otras piezas más que dignas de consideración, o incluso parte de la historia de los deportes del motor en España. Como el Ford Sierra Cosworth con el que Carlos Sainz debutó en el Mundial de Rallyes corriendo tres carreras (Córcega, Portugal y RAC), o una de las maravillosas J. J. Cobas con las que el equipo del llorado ingeniero Antonio Cobas logró el campeonato del mundo de 125 cc en 1989, gracias a un joven llamado Alex Crivillé. Y como tantas otras joyas que uno puede ir descubriendo cada vez.

La Colección puede visitarse de Jueves a Domingo de 10 a 14, así como los festivos. De Lunes a Miercoles previa reserva para grupos. Los horarios se pueden ver en la propia web del museo, así como las direcciones de contacto. La visita bien vale la pena para los aficionados, pero también para quienes quieran comprender, a través de los automóviles, el mundo que nos rodea.

* Agradezco sinceramente a Salvador Claret y su familia el agradable trato que me dieron en el fin de semana que estuve en Sils, en el que generosamente compartieron su tiempo conmigo, tanto en la visita el Museo, como en largas e interesantes conversaciones

** Enlace a galería de Picasa con más fotos de la Colección Salvador Claret

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