17 febrero 2011

La ciudad y el automóvil: escenarios para el arte

A lo largo de toda la historia, la ciudad ha sido un tema recurrente en las expresiones artísticas de prácticamente todas las culturas. Sin embargo, durante el siglo XX, el cambio en las ciudades y el cambio en las artes ha hecho que esta relación se haya fortalecido hasta el punto de haber trascendido lo meramente iconográfico. Es decir, que durante el último siglo y pico, la ciudad ha pasado de ser una imágen y un tema de las expresiones plásticas, a ser un escenario, un soporte, y prácticamente un género de ellas, prácticamente en todos los lugares del mundo. La ciudad que se ha convertido en un icono cultural y hasta en un símbolo de la globalización es, por antonomasia, la ciudad de la era del automóvil. Una maraña urbana que es prácticamente un ser vivo, repleta de ecosistemas diferentes con diferentes características pero atravesados por temas y líneas comunes. Y en la mayor parte de las interpretaciones plásticas en torno a la ciudad, el automóvil es protagonista o agente: El asfalto de las calles, los atascos, las luces distorsionadas al pasar rodando por las calles nocturnas, los barrios alejados del centro, los centros comerciales, la arquitectura simbólica de las estaciones de servicio... casi todo gira en una gran ciudad en torno al automóvil, y eso ha impregnado definitivamente el arte vinculado a la ciudad en el siglo XX. El arte con la ciudad, el arte de la ciudad, y el arte para la ciudad.

La ciudad y el automóvil como Tema en el Arte

En las artes plásticas, el automóvil y la ciudad tuvieron su primer abrazo en términos meramente topográficos: la ciudad era el escenario donde el automóvil había surgido. Algunas ciudades crecieron urbanisticamente al rebufo de un importante desarrollo industrial, mientras que en otros casos las grandes megápolis, por su condición de focos de la cultura y la modernidad, vieron como el automóvil pasó rápidamente a formar parte de su paisaje.

El automóvil, en sus etapas más tempranas, y prácticamente hasta la Primera Guerra Mundial, fue más bien un exótico juguete de aristócratas y adinerados industriales. En el ambiente de la renovación de las artes plásticas del cambio de siglo, ese mismo ambiente también se entrecruzaba con el de los artistas que investigaban sobre las artes y la nueva sociedad. Por eso el automóvil causó un gran impacto entre algunos de los grupos de artistas más revolucionarios. Las tres primeras décadas de la historia del automóvil mostraron una capacidad de evolución técnica que fascinó rápidamente a los artistas. Del extravagante y desvalido carruaje sin caballos de la década de los 80 del siglo XIX, a los Mercedes Simplex de principios del siglo XX o los bólidos de competición de los años 10 había un gran trecho, y esto excitó la creatividad de artistas de todos los campos. La incorporación de la velocidad como concepto a las artes (con la hermosa paradoja del cine, recién nacido, cuyo "leit motiv" era "imagen en movimiento") supuso algunas novedades plásticas relevantes. Los futuristas, tanto en la teoría, como en Marinetti, como en la práctica pictórica, como en Balla, o escultórica, como en Boccioni, explotaron estas novedades. Del mismo modo, Le Corbusier encontró en el automóvil la pieza clave para sus ciudades del mañana, y su concepto de vivienda como "Máquina de habitar", se pudo extender a la ciudad entera; además, en su "Hacia una arquitectura", Le Corbusier comparaba con envidia la evolución técnica de la arquitectura en el último siglo con la evolución técnica del automóvil desde su origen hasta 1919, fundamentando en la estandarización y compartimentación de las técnicas un nuevo concepto de arquitectura que debería desterrar completamente el encorsetado modelo pasado.

Esta ebullición de las artes en torno a la velocidad y la técnica encontró rápidamente la representación plástica de la relación automóvil ciudad: por un lado, las ciudades repletas de automóviles eran símbolo de modernidad. Mejor cuanto más rápido, los fotógrafos y pintores comenzaron a incorporar automóviles a sus vistas de la ciudad como un elemento topográfico que ubicase la escena. Del mismo modo, el automóvil pasó a incorporarse a la imaginería de la arquitectura como un referente de modernidad recíproco. Paradójicamente, visto hoy en día, la "nueva arquitectura" de principios del siglo XX ha soportado mejor el paso del tiempo que los novedosos modelos de coche del momento. Una atractiva variante de la visión plástica de esta relación entre ciudad y automóvil es la ofrecida por el cine. Los jóvenes (y poco fiables) vehículos de aquellos años pronto se convirtieron en personajes predilectos de las películas cómicas repletas de golpes y desastres, el llamado "slapstick". Probablemente la primera visión crítica de los efectos negativos de la presencia del automóvil dominando las ciudades se da en las películas de Harold Lloyd o Buster Keaton, y queda también reflejado algo más tarde en la divertidísima novela "El hombre que compró un automóvil", de Wenceslao Fernández Florez, en 1932.

La imagen del automóvil en la ciudad se instaló durante varias décadas en un terreno entre la exaltada promesa a la que se aferraban los Futuristas, y un símbolo de modernidad y progreso. Así, del mismo modo que en las imágenes de las ciudades ideales de Le Corbusier se veían grandes autopistas con coches lanzados a toda velocidad o calles elevadas sobre los bloques de viviendas, en los cuadros de algunos de los pintores más atados a la vida de las ciudades, como el expresionista Kirchner, aparecen los automóviles como parte integrada en la vida de la urbe. Dos vistas de la Puerta de Brandenburgo pintadas por Kirchner en 1915 y 1929 muestran bien este aspecto. Esta unión se produjo de un modo ciertamente generalizado y parcialmente simultáneo en toda Europa, de modo que también en España tenemos el caso de Ramón Casas, que incorporó el automóvil a su imagineria social con rapidez, mientras que en Estados Unidos, más o menos al tiempo, los fotógrafos comenzaban a hacer del automóvil un habitante más de las ciudades en la construcción de la imagen plástica de la nueva metrópoli, como es el caso de Walker Evans en 1930.

Precisamente uno de los grandes iconos de la construcción plástica de la imagen de la ciudad es la monumental película "Metrópolis" de Fritz Lang. Una película futurista que más que adelantar lo venidero mostraba los miedos que algunos manifestaban ante un progreso cuya dirección no estaba clara. La gran ciudad aparece reflejada con crudeza, alejada de "Berlín, sinfonía de una gran ciudad", de Walter Ruttmann, sólo dos años anterior (1927), y en la que se muestra una fascinación por el maquinismo menos recelosa y donde, de paso, el automóvil no tiene protagonismo alguno. En "Metrópolis", aparecen convertidos en imagen artística en la pantalla algunos de los elementos que muchos arquitectos se planteaban en el momento y se seguirían planteando tiempo después. Las calles elevadas, ensayadas por Matte Trucco en el "Lingotto" de Fiat, y alabadas por arquitectos de primer orden como Le Corbusier o Frank Lloyd Wright, se muestran como característicos de la ciudad del futuro, en la que los aviones y los coches comparten las alturas en una ciudad repleta de progreso... y escasa de humanidad.

Sin embargo, la visión del automóvil como elemento opresor y tirano en la ciudad fue desplazada durante décadas, debido entre otras cosas al gran esfuerzo publicitario emprendido por los fabricantes estadounidenses. El stand de GM en la Feria Mundial de Nueva York de 1939, Futurama, retomaba el concepto de la ciudad elevada y futurista, aunque con los mismos elementos que "Metrópolis", Norman Bel Geddes creó un escenario mucho más amable para nuestro futuro. Un futuro que se estableció como presente durante décadas (hasta la crisis del petróleo de los años 70), y que alimentó también el afán productor y comercial de dichos fabricantes y su gran influencia en las artes y la cultura popular, como ya explicamos en el artículo dedicado a los Motorama de GM. Durante décadas, la ecuación "automóvil + ciudad" en el arte fue símbolo de progreso.

En cambio, con la crisis de los años 70, el petróleo subiendo de precio, las guerras en Vietnam y el primer revés serio para la industria automovilística mundial desde 1945, Las ciudades contaminadas, los atascos, y las servidumbres geopolíticas derivadas de la dependencia del automóvil hicieron que rápidamente cambiase el resultado de la ecuación, y la relación entre automóvil y la ciudad pasó, en el campo de las artes, a ser un símbolo de opresión, injusticia y sinsentido. Por poner una referencia similar a las anteriores en el campo del cine, probablemente "Trafic", de Jacques Tati (1971), junto con "Weekend" de Jean Luc Goddard (1967), basada esta última en el relato "La autopista del sur" de Julio Cortázar, sean un perfecto ejemplo de cómo la percepción del progreso de las ciudades y la sociedad a través del automóvil había cambiado radicalmente. Son los momentos de las acumulaciones de Arman, de las ciudades vistas a través del omnipresente automóvil, y de una profunda revisión de las artes hacia un concepto mucho más militante y atado a la realidad cotidiana.

Con un importante hiato, el final del siglo XX retomó la visión opresiva de la metrópoli moderna que Lang había recreado en su crítica a las ciudades americanas de finales de los años 20. En el arte comenzaron a aparecer como tema los atascos, los efectos negativos de la acumulación de bienes (automóviles) y del descontrol en el crecimiento de las ciudades. Los accidentes, antes raramente concebidos como Tema en el arte, con la salvedad del magnífico "Accidente" de Ponce de León, conservado en el Museo Reina Sofía, pasaron a ser mirados con otros ojos por los artistas. Así, desde la serie "Car Wreck" de Richard Estes, hasta las siniestras fotografías de Valeríe Bellin, las peores consecuencias de la masificación en las ciudades se hicieron patentes. A los ojos de los artistas, la simbiosis "automóvil - ciudad", se había convertido en una relación parasitaria. Y a día de hoy, esa visión todavía domina el escenario general de la ciudad y el automóvil como Tema en el arte.

La metrópolis como agente en el Arte Contemporáneo

Todo lo dicho anteriormente no resulta sino una visión panorámica y forzosamente superficial a la intensa relación entre las artes plásticas y el binomio "Automóvil - ciudad", aunque en lo principal creo que se delimitan los aspectos clave sobre los que, a posteriori, se puede seguir trabajando, y ello sin menoscabo de otras visiones que se puedan cernir sobre este intenso aspecto de la sociedad contemporánea. No obstante, en mi opinión, existe un segundo punto de encuentro entre las artes y la relación entre coches en las ciudades.

Si la ciudad ha sido, a lo largo del siglo XX, un Tema predilecto del arte, particularmente del más vanguardista, no se puede obviar que durante ese mismo periodo las modernas urbes han sido también el escenario donde la revolución de las artes ha tenido lugar. Desde principios del siglo XX, las grandes "Capitales del mundo" han sido el centro de las artes, de modo que la vanguardia artística ha sido un fenómeno esencialmente urbano durante décadas, desde el Paris de los impresionistas al Shanghai de los grandes rascacielos. Esta misma relación de doble efecto, que convierte a la ciudad en tema y escenario al mismo tiempo, es la que nos permite establecer una visión complementaria e imprescindible de las artes en la segunda mitad del siglo: si la ciudad contemporánea ha sido escenario y Tema predilecto de las artes del siglo XX y parte del XXI, entonces nos referimos a un tipo concreto de ciudad, cuyas características devuelven a las artes algunos rasgos que nos permite identificar el arte urbano de nuestros días como hijo de las "ciudades de la era del automóvil". Si bien el "arte de la ciudad" ha tenido características transversales desde el Quattrocento, este Tema en nuestros días es absolutamente deudor de un mundo pensado para el automóvil.

Las ciudades extendidas en interminables extrarradios, las diferencias sociales en todos ellos, los centros comerciales en los extrarradios rodeados de inabarcables párking, los inmensos cinturones de ronda y nudos de comunicación a diferentes niveles, los atascos en los centros, la polución, las aceras amenazadas... todo ello forma parte del adn de las ciudades contemporáneas, y como tal, es el núcleo del que beben las artes crecidas en la ciudad. La alienación en la masa de población de las mismas ha sido uno de los temas recurrentes en el arte de las últimas décadas, con todas sus variantes posibles. De la misma manera, otro leit motiv de mucho del arte reciente, tanto en soportes tradicionales como en otros más novedosos, como el video, ha girado en torno a la velocidad de la sociedad actual, muy a menudo representada en las calles de las ciudades con un constante flujo de coches durante los días y las noches.

Al mismo tiempo, muchas otras intervenciones urbanas han girado en torno al automóvil como icono, aunque dentro de los cánones de una reinterpretación plástica que conduce a un mensaje nuevo. Los ya mencionados aqui coches cubiertos de césped de 1 por ciento, el coche de ladrillo de "Mmmmm..." en el Matadero de Madrid.

Por otro lado es innegable que la ciudad de la era del automóvil ha sido el escenario y soporte de la más genuina de las manifestaciones urbanas del arte contemporáneo, tanto que hemos decidido llamarla de forma genérica "arte urbano". Graffiti, instalaciones, acciones, stencil, danza... una enorme variedad de expresiones plásticas que están creadas desde, por y para las grandes ciudades. Hijas de los barrios de la periferia y de las terribles consecuencias de los desajustes de la planificación en las crecientes ciudades de la era dorada del consumo, todas estas expresiones plásticas son las más auténticas consecuencias de la "ciudad de la era del automóvil" como agente del arte contemporáneo. Así, a los nombres de los artistas que se convirtieron en cronistas plásticos de las ciudades de su tiempo, como Toulouse Lautrec, Mucha, Kirchner o Grosz, me parece obligatorio unir los de otros artistas completamente atados a la condición urbana, como Banksy, Dran o Blu, que no son sino la trasposición de otros que recorrieron previamente el camino de la expresión plástica desde lo más profundo de la metrópoli, como Hopper, Tacita Dean, o fotógrafos como Brassai y Mapplethorpe.



A modo de resumen:

Por lo visto en estos cuatro artículos en torno a la influencia del binomio ciudad – automóvil en el arte, existen una serie de ricas e interesantes interacciones entre estos tres vectores de la sociedad, manifestados en diferentes aspectos que pasamos a enumerar:

- La ciudad es, en el siglo XX, el hábitat donde se desarrolló la gran eclosión del auotmóvil, al mismo tiempo que la explosión de las vanguardias artísticas.

- El automóvil fue, en sus primeros estadios y hasta los años 30, una inspiración determinante en la historia de algunas vanguardias artísticas, y aceptado universalmente como símbolo predilecto de la modernidad.

- En las visiones futuras de la ciudad de los arquitectos de la primera mitad del siglo XX, el automóvil fue siempre la pieza clave en torno a la que giraba el urbanismo.

- La ciudad contemporánea de la segunda mitad del siglo XX, producto de un urbanismo "autocéntrico" cambió radicalmente la forma en la que se vivía en las ciudades hasta el momento, creando nuevas estructuras sociales.

- Las nuevas estructuras sociales y de relación surgidas en la ciudad de la era del automóvil pronto dieron lugar a sus propias formas de expresión artística, nuevos temas, estilos, técnicas y reflexiones plásticas y creativas que han sido el tronco central de la vanguardia de la segunda mitad del siglo XX.

- El futuro de la ciudad, el automóvil y el arte están atados entre si. Los dos primeros no pueden vivir por separado en el mundo moderno, pero el éxito de la sociedad futura depende de una profunda redefinición de ambos y de sus relaciones mútuas. En este proceso de redefinición, el arte, la expresión artística del diseño, pero también las reflexiones sociales creadas al calor de las artes más recientes, tendrán un papel protagonista en la construcción de la realidad y la imagen de la sociedad del futuro inmediato.


* Los cuatro artículos de esta serie han sido etiquetados con el tag exclusivo "Urbanismo y automóvil", para que sea más sencillo acceder a la serie completa.